lunes, 23 de enero de 2012

Radiografía lexicoconceptual del estudiante de Economía

No se sabe con exactitud  lo que sucede en un sistema complejo como el cerebro humano cuando se produce la adquisición de un saber, pero partiendo precisamente del principio de complejidad habrá que tomar en cuenta que cuando un elemento nuevo [conceptual o lingüístico] ingresa al sistema, éste no sólo se acumula, sino que en mayor o menor medida, es decir más o menos trascendente y significativamente, implicará la reconfiguración de todo el sistema, de tal manera que se podría plantear que una teoría explicativa de la adquisición y entramado de loa elementos del lenguaje debería considerar la configuración y reconfiguración del sistema complejo de la mente.

Hugo Assmann (Placer  y ternura en la educación)

El caso de Economía)

Introducción





Importancia del léxico en cualquier disciplina

Cuando en la estructura lexicomental de los individuos se aumenta una palabra en el conocimiento y en el uso, no sólo se incrementa en un ítem el vocabulario, sino que se multiplican y enriquecen las redes lexicoconceptuales y las configuraciones sinápticas y neurológicas que las hacen posibles, pero cuando el vocabulario se disminuye no solamente se pierden vocablos y palabras individuales, sino que se reducen las redes de conceptos que con ellos se pueden tejer para formar nuevos conceptos y asociaciones, ideas; involuciona –y además gradualmente conforme pasan los años de escolaridad y de vida– la competencia lexicomental, comunicativa, y antes aun, la reflexiva; se empobrece la “experienciación” del mundo,  partiendo del hecho de que la estructura lexicomental es un sistema complejo con que –psicológica, social y culturalmente– representamos y recreamos, recordamos y almacenamos, tejemos y compartimos las cosas representadas, el mundo –el real y el interior.


Pobreza léxica e inclusive involución de las competencias lingüísticas

Con base en el desarrollo de una teoría sobre los conglomerados lexicosemánticos de individuos y grupos sociales, he venido documentando la involución de las habilidades intelectuales en general y lingüísticas en particular de estudiantes mexicanos, y no sólo en los niveles básicos, sino igualmente cuando nos llegan en una condición de indefensión intelectual al nivel medio superior e incluso a los estudios superiores. Después de diversos estudios de las competencias para la comunicación escrita y de la estructura lexicoconceptual de estudiantes de diferentes niveles educativos, quiero ofrecer los primeros avances de un análisis amplio y detallado del léxico y el discurso de estudiantes de Economía de la UNAM.
Más allá  –o más acá– de reflexiones que podrían diluirse en la abstracción impasible, este tipo de análisis transdisciplinario y muy específico se coloca en el amplio panorama de la educación escolarizada en México y de las condiciones y competencias intelectuales de los niños y jóvenes mexicanos, en general, y en particular de los que ingresan a la educación superior, a la UNAM en ese caso.
Es un hecho inobjetable que los estudiantes, nuestros estudiantes, nuestros niños, niñas y jóvenes de prácticamente todos los niveles escolares padecen una incompetencia –creciente, además, conforme avanzan de grado– en sus habilidades intelectuales en general y lingüísticas en particular; una realidad insoslayable, vergonzante, de dimensiones mucho más profundas y lacerantes de lo que supone una visión roma y de corto plazo, en tanto que al déficit en el desarrollo de habilidades intelectuales básicas, se suma, para ellos, un horizonte sombrío y estrecho.[3]
Quiero decir que, como el país mismo, la formación universitaria es castigada igualmente por el deterioro general del sistema educativo, y que la Universidad no es –y no puede ser– ajena al semianalfabetismo que predomina en México: de acuerdo con cifras de 2008 presentadas en julio de 2009 (en el entendido, claro está, de que en nuestro descaminado andamiaje institucional las cifras no son un reflejo de la realidad en materia de alfabetización y desarrollo de competencias, es decir que sabemos que cursar determinado número de grados escolares no es garantía del cumplimiento de los objetivos de dichos grados ni de equivalencia de éstos con los estándares internacionales o al menos con los de naciones de economías semejantes) por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, 31.6 millones de mexicanos se encuentran en condición de “rezago educativo”, es decir que en la ambigüedad de esta expresión se ubican 1.6 millones de niños de entre 5 y 15 años que no asisten a la escuela, 6.9 millones de jóvenes de entre 16 y 29 años que no cuentan con la educación básica terminada y 23.1 millones de adultos de más de 29 años que tampoco tienen la educación básica terminada; todo esto en datos generales, porque la distribución de este 34% de la población total, es desigual por estados, entre los que Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Zacatecas, Veracruz, Guanajuato y Guerrero rebasan el índice de 40 por ciento de la población local. Visto desde el total de la población mexicana, ahora con datos recientes del INEA (La Jornada, 11 de julio, 2009), de los 107 millones de habitantes, 43% de los que son mayores de 15 años están en dicha condición de rezago educativo: 6 millones son analfabetos, 10 millones no han concluido la primaria y 17 millones no han concluido la secundaria.
Dicho de otro modo, 34% de la población de más de 4 años en México no ejerce el derecho a la educación básica[4] y, con él, la posibilidad de, primero, introyectar la experiencia histórico-pedagógico-institucional de siglos de enseñanza formal y, segundo, de ejercer y potenciar los recursos neurológicos y culturales de una evolución y de una civilización.
Este tipo de estudios lingüísticos busca acercarse a la realidad cognitiva de un sector de ese cada vez más reducido grupo de jóvenes que sí tienen acceso a la educación superior y que no por ello están se salvan de una condición de carencias serias en el desarrollo de sus competencias intelectuales en general y lingüísticas en particular.

Hay muchas preguntas obligadas que planteo en un estudio más amplio (Tesis de doctorado, Involución de la complejidad lingüística[5]), pero me limito aquí a una: ¿coinciden objetivos y programas con resultados académicos y formativos en nuestras niñas, niños y jóvenes? La realidad es que la enseñanza de la lengua, como la institución escolar misma, está marcada por profundas contradicciones. La escuela es, así, asumida como pilar o como fatalidad de la vida de niños y jóvenes y por periodos cada vez más largos, una escolaridad dilatada y difusa en que cada etapa escolar no prepara al individuo para una vida activa, sólo le otorga la certificación para continuar esa larga trayectoria gradualmente excluyente, como sello oficial de incompetencia que premia la resistencia, la indiferencia ante el fracaso, la sumisión a la mano invisible que mece las trayectorias y los destinos escolares. Las consecuencias son el deterioro del valor y del peso de los conocimientos adquiridos o adquiribles, particularmente los abstractos, los relativos a habilidades intelectuales básicas, a los principios de la lógica y del pensamiento, que mucho tienen que ver con la lengua.
Por otro lado, los currículos de los estudios superiores incluyen en sus fundamentos teóricos, sus preocupaciones y sus expectativas, la importancia de dotar de una formación integral a los estudiantes, que abarque no sólo los saberes necesarios y rigurosos de sus propias disciplinas, sino también aspectos humanísticos, culturales y, de nuevo, el desarrollo de habilidades intelectuales nodales como las relativas a la comprensión y producción de textos. Pero tales fundamentos, preocupaciones y expectativas no aterrizan en los programas de estudios. La suma, interacción y transversalidad de disciplinas en la formación curricular del estudiante, no se da en el fosilizado concepto de “proceso de enseñanza-aprendizaje”, es decir que la “inter”, “multi” o “trans” disciplinariedad se queda en el vocabulario de los programas de estudio, no llega a la articulación pedagógica en programas de estudios flexibles, interrelacionados con base en materiales de estudio y asignaturas (de diversas disciplinas, licenciaturas, escuelas o facultades), especialmente las relativas a la expansión del capital cultural y las habilidades intelectuales básicas “paralelas”, indispensables independientemente de la carrera o disciplina “eje” que se estudie.
¿Cómo lograr, finalmente, que nuestros estudiantes se interesen en conocimientos que hasta la educación básica y media se imparten erráticamente y sólo sirven para aprobar exámenes y grados escolares (y después desecharlos…), y en la educación superior ya no figuran, por lo menos a nivel de asignaturas (léase optativas, extracurriculares, etc.)?, aunque siempre están ahí latentes como parte de las competencias necesarias y, ya en el nivel superior, obligadas. Cómo lograrlo si las materias abstractas del pensamiento y la reflexión, de la degustación de la palabra, del ejercicio ya estratégico, ya estético de la palabra, que podrían despertar el placer del intelecto, el gusto por los juegos del lenguaje, se omiten de los currículos y se diluyen depositando la culpa y la responsabilidad del déficit a los propios estudiantes, e indultando a las instituciones educativas. Bernabé le pego a muchilanga que le echó a burundanga: la universidad se lava las manos culpando a la educación media, la media a la básica y la básica a la familia.
Firmemos ya de una vez el acta de defunción de la escuela como espacio de cultivo y diseminación de saberes y de degustación de los saberes. Lo que queda de la escuela se constituye como caldo de cultivo de estadísticas de fracasos.

Complejidad lexicosemántica de nuestros estudiantes

Con base en una amplia investigación comparativa sobre el estado de las competencias lingüísticas y lexicoconceptuales de estudiantes mexicanos de diversos niveles escolares, documento la contradicción en torno a la competencia, la complejidad lingüística y los propósitos de la educación escolarizada en México y que demuestran que las habilidades lingüísticas y la complejidad lexicosemántica son objeto de una involución en nuestros estudiantes, y no sólo en los niveles básicos, sino igualmente cuando nos llegan en una condición de indefensión intelectual al nivel medio y a los estudios superiores. Por ello, la demostración de la involución de la complejidad lexicosemántica de los estudiantes mexicanos documenta incontrovertiblemente un problema educativo, cultural y social de grandes proporciones.
Con base en el diseño de la Teoría de Análisis de Conglomerados Lexicosemánticos (sustentada en teorías y disciplinas que van desde  la lexicología, la lexicoestadística, la lexicoinformática, el análisis del discurso, la sociolingüística y la semántica, hasta la psicología cognoscitiva, la Gestalt, la teoría experiencial y la teoría de la complejidad) he propuesto un modelo de análisis lexicosemántico y analizo, con este herramental teórico y metodológico, la producción escrita de estudiantes de diversos niveles educativos, como ya señalé; lo he aplicado en primaria y secundaria, demostrando la involución de la complejidad lexicosemántica que se registra de un nivel a otro: los estudiantes mexicanos de secundaria terminan con un léxico reducido, con menos estructuras sintácticas y con una más limitada red lexicoconceptual, respecto de los estudiantes de primaria, y por lo tanto con un acotado esquema experiencial y de conocimiento del mundo –tal afirmación se documenta en la ya citada tesis Involución de la complejidad lingüística–; y tal argumento, que demuestra que tras tres años de escolaridad y sobre todo tras tres años de vida, el joven no incrementa sustancialmente sus conocimientos y competencias, se continúa con la insultante posibilidad de que tres años más todavía, pasada la preparatoria, no exista una evolución de dichos conocimientos y competencias, y si no hay evolución… hablamos ineludiblemente de involución.
Es, pues, una constante que los estudiantes ingresan al nivel superior con graves carencias en su capital cultural y en materia de habilidades intelectuales básicas como la síntesis y detección de la información esencial, la asociación de ideas, la abstracción y generalización, la categorización de entidades nocionales, e intrínsecamente relacionadas con éstas, las habilidades para la lectura y la escritura apropiadas para el nivel universitario, en el que la palabra es la materia prima para la adquisición y concreción de conocimientos, así como para la elaboración de sus trabajos y procesamiento de investigaciones.
Tales carencias y limitaciones las conocemos todos en la cotidianidad del aula, pero quizá ayude a dimensionarla un ejemplo,  uno de miles que podríamos tomar: recuerdo una nota en el correo ilustrado de La Jornada en que un profesor universitario comentaba el hecho de que al exponer a sus alumnos las tesis de determinado autor sobre las relaciones históricas entre el Estado y el clero, esperaba que algún estudiante curioso le preguntara algo más sobre tal autor, y efectivamente uno levantó la mano… el profesor –en honor a aquella esperanza humilde de que al menos en uno se despierte la chispa– se sintió aliviado, hasta que el joven preguntó: profesor, ¿qué es clero?
Los mismos ojos vacíos o sorprendidos hemos visto en numerosas ocasiones cuando se nos ocurre detenernos en la exposición de clase al corroborar si  comprenden el significado de palabras o conceptos o personajes cotidianos en la vida académica, cultural, política.
Pero lo más grave es que muy probablemente arrastren esas carencias durante buena parte o toda su formación universitaria. Y más allá. Son muchos los conocimientos que se quedan en el camino de la licenciatura de un estudiante y son muchas las horas perdidas en la búsqueda por concretar satisfactoriamente trabajos y textos académicos por no contar con esa competencia lingüística en un estado de desarrollo correspondiente con el nivel universitario.
En suma, es un principio inobjetable que la enseñanza debe orientarse a la adquisición de saberes y desarrollo de habilidades, tejidos en el muy específico estado de competencias y del capital de conocimientos del estudiante concreto y específico y en la urdimbre de su vida misma, desde una visión holística. Igualmente es un hecho incontrovertible que la asimilación de conocimientos específicos requiere de una plataforma léxica y una competencia para la decodificación y codificación de textos, sin las cuales los estudiantes recorren los objetivos de los planes curriculares con déficit acumulativos hasta el final de sus estudios, y ello les resta elementos para insertarse eficazmente y de acuerdo con sus preferencias en la vida profesional: les limita el camino y les reduce el horizonte.


Síntesis del proyecto

Ahora se está aplicando este modelo en el análisis de la arquitectura lexicomental de estudiantes de Economía, de lo que ofrezco algunos datos y conclusiones, en el entendido de que las carencias en materia de competencias para la comprensión y producción de textos académicos es una realidad que prevalece desde hace años en las generaciones que se incorporan a los estudios de licenciatura. Dicho llanamente, tienen grandes deficiencias ortográficas, sintácticas y estilísticas en general, que se agravan cuando se trata de comprender y producir textos específicos de la ciencia económica. Es una realidad que todos, estudiantes, profesores y directivos, conocemos en la cotidianidad de la enseñanza-aprendizaje y el diseño curricular.
En ese sentido, quiero compartir algunos de los primeros resultados sobre el estudio muy concreto del léxico y el discurso escrito de estudiantes de la Facultad de Economía de la UNAM que estoy desarrollando en este momento con base en el proyecto (PE402411): “Desarrollo de competencias lingüísticas y lexicoconceptuales para la comprensión y producción del discurso económico. Estrategias de enseñanza-aprendizaje y Observatorio para la construcción de indicadores de la evolución de competencias” del Programa de Apoyo a proyectos para la Innovación y Mejoramiento de la Enseñanza (PAPIME, 2011), del cual soy responsable.
Este proyecto se dirige a apoyar a los estudiantes desde una perspectiva transdisciplinaria a mejorar sus competencias lingüísticas y sus herramientas intelectuales no sólo para optimizar sus recursos para la comprensión y producción de textos, sino para darles elementos hacia la mejor asimilación de contenidos y desempeño académico en su proceso de aprendizaje durante la licenciatura, a la vez que ello les dará mejores bases para el ejercicio profesional de la economía.
Acorde con las preocupaciones centrales del Plan de Desarrollo Institucional de la Facultad de Economía 2010-2014, este proyecto se orienta a conocer de manera detallada el estado de las competencias intelectuales, nocionales y lingüísticas de los estudiantes de Economía y sentar las bases para el monitoreo sistemático de su evolución durante su vida académica que permita diseñar y valorar el diseño, la operación y los resultados de la política curricular, así como instrumentar metodologías y herramientas de enseñanza-aprendizaje no sólo en materia de comunicación escrita, sino en el conjunto del plan de estudios. Por otro lado, se dirige a apoyar a los estudiantes desde una perspectiva y metodología transdisciplinaria a mejorar sus competencias lingüísticas en particular y sus herramientas intelectuales en general no sólo para optimizar sus recursos para la comprensión y producción de textos, sino para darles elementos hacia la mejor asimilación de contenidos y desempeño académico en su proceso de aprendizaje durante la licenciatura.
            Este proyecto consiste también establecer un Observatorio (comisión transdisciplinaria de académicos de Economía, Pedagogía, Lingüística, Educación a Distancia) para determinar los indicadores que se elegirán para hacer un diagnóstico inicial de las competencias lingüísticas y lexicoconceptuales de los estudiantes de la Facultad de Economía desde que entran a la licenciatura hasta que la terminan; con esa radiografía de su arquitectura lexicomental  y conceptual, se propondrán estrategias de desarrollo de competencias para la comprensión y producción del discurso económico: un curso impreso, en cd y en línea, así como cursos de aplicación del modelo didáctico, talleres para profesores y alumnos para el conocimiento del curso y sus materiales, y seminarios de retroalimentación con profesores y estudiantes.
Los estudiantes de la generación 2011-2015 (una muestra representativa de ellos: 250) han participado en una encuesta que recoge variables sociales generales y variables de interés sociolingüístico y sociocultural, pertinentes para aproximarse al contexto experiencial, lexicoconceptual y cultural del estudiante que sirva de base para el diseño de una metodología específica para el desarrollo de sus habilidades para la comprensión y producción del discurso, en este caso, económico.
Las redacciones de los alumnos encuestados se están sometiendo a un análisis lexicométrico exhaustivo para registrar la producción léxica total, de cada una de las categorías gramaticales (verbos, sustantivos, adjetivos, etc.) y las estructuras lexicoconceptuales que aquéllas tejen en el discurso.
El análisis  cuantitativo y cualitativo del vocabulario de los estudiantes que inician sus estudios de licenciatura, además de dar cuenta ya de un aspecto de la riqueza o pobreza léxica, permitirá dar lugar al análisis siguiente de la complejidad lingüística y lexicoconceptual y de las estructuras o esquemas lexicosemánticos, es decir conglomerados, de acuerdo con la terminología de la teoría que sustenta este trabajo, como se desglosa en el cuerpo del proyecto.
Este análisis, en sus diferentes dimensiones, permitirá obtener una radiografía de la estructura lexicoconceptual y experiencial de los estudiantes y permitirá también determinar sobre qué base léxica y conceptual se podrán armar las estrategias lingüísticas para el desarrollo de sus habilidades para la comprensión y producción del discurso económico, para incrementar la complejidad de sus estructuras lexicoconceptuales.
Pero para concretar tal expectativa, es preciso primero conocer con precisión al sujeto integral y –de nuevo– complejo que es el estudiante. La importancia de analizar el léxico y los campos lexicosemánticos con que se conducen escolar y socialmente nuestros estudiantes, radica en que el análisis cuantitativo y cualitativo de su léxico, respaldado en una teoría integral, puede acercarnos de manera confiable a la realidad de su complejidad lingüística. Y al que saber qué palabras –no sólo como inventario de ellas, sino como redes de conceptos y expresiones de la experiencia– son las que conocen y usan los escolares, se pueden diseñar con bases sólidas (léase lingüísticas, psicológicas, didácticas) métodos adecuados para el desarrollo de su competencia lingüística y de sus redes lexicoconceptuales.
Paralelamente, los resultados de este proyecto ofrecerán significativa y profunda información sobre las condiciones intelectuales y lingüísticas de los estudiantes que inician su vida universitaria, que podrá ser una línea base para los estudios estadísticos de la Facultad y de la Universidad, y que podrá ser de utilidad para toda la comunidad universitaria, desde las áreas de planeación, dirección y docencia en el diseño de programas de estudio curriculares y extracurriculares y de actividades de apoyo académico, hasta los propios alumnos (razón de ser y destino de la infraestructura y los recursos humanos de la Universidad) a quienes incontrovertiblemente habrá que devolver este esfuerzo, primero en forma de la “radiografía” de la arquitectura lexicomental obtenida, y después en un método y un material específico para el desarrollo de sus habilidades para la comprensión y producción del discurso económico.
Finalmente, este análisis servirá de base para iniciar las labores del Observatorio para la construcción de indicadores de la evolución de competencias, por lo cual este primer avance de resultados es también una invitación para que participantes, colaboradores y simpatizantes de este proyecto aporten derroteros, ideas, puntos de vista, reflexiones que potencien este trabajo.
Para ver el estudio completo
consultar el sitio:



[1] Este estudio es resultado del proyecto PAPIME (PE402411)  "Desarrollo de competencias lingüísticas y lexicoconceptuales para la comprensión y producción del discurso económico. Estrategias de enseñanza-aprendizaje y Observatorio para la construcción de indicadores de competencias". El proyecto agradece especialmente a las colaboradoras Jehzeel Benítez Alcántara, Monserrat Leticia Gómez Godínez en el trabajo lexicoestadístico del procesamiento de las encuestas y las redacciones, y a los profesores Hortensia Martínez Valdez y Enrique López Santiago en la selección y organización de los grupos para el levantamiento de las encuestas.
[2] Doctor en Lingüística (UNAM). Jefe de redacción de la Gaceta de Economía. Línea de investigación: Análisis de la estructura lexicomental de individuos y grupos sociales, detección de la complejidad lingüística (lexicosemántica) para incidir en la  evolución de las habilidades lingüístico-comunicativas. Autor del libro-disco Curso interactivo de redacción y ortografía, UNAM, 2002; coautor del libro Juegos literarios y lingüísticos para preparatorianos, Edere, 1998, entre otras obras. Autor de numerosos artículos sobre complejidad lingüística y enseñanza de la lengua, entre las más recientes: “Educación básica e involución de la complejidad lingüística” en La enseñanza del español y las variaciones metodológicas, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2008; “Involución de la complejidad lingüística de los estudiantes mexicanos. Una propuesta teórica y metodológica para el análisis del léxico. Volúmenes 4 y 5, Revista Digital de Idiomas De lingüis. En torno a las lenguas, UNAM, 2010. Ha impartido numerosos cursos de redacción, lengua y literatura, lengua y comunicación para licenciatura, posgrado y actualización a profesores. Titular del proyecto citado. Más información: https://sites.google.com/site/laspalabrasexactas, ricardo3500@hotmail.com, twitter:@lapalabraexacta.
[3] “Se ha estimado que en la actualidad [2008], se incorporan a la edad de trabajar alrededor de 1 200 000 jóvenes al año. Así, la población juvenil tiende a dominar el panorama poblacional, pero conforme se reduce la tasa de fecundidad lo más probable es que el México futuro sea una sociedad de adultos maduros y, progresivamente, de viejos. Éste es el panorama demográfico para los próximos 50 años.
 De ésta y similares observaciones se extrajo la idea de que el país gozaba de un ‘bono’ demográfico que le ofrecía abundante fuerza de trabajo joven y con mayores niveles de educación que en el pasado, más vinculada al mundo a través de los medios de información masiva y que, en consecuencia, constituía un activo fundamental para aspirar a un crecimiento económico más rápido, a la vez que a una sociedad urbana más sólida y capaz de dar sustento a la evolución de la democracia (...) Con capital y empresa, este ‘bono’ permitiría cumplir con las profecías de los libros de texto sobre la economía del desarrollo (...) Sin embargo, el crecimiento económico ha sido mediocre en el mejor de los casos y el ‘bono’ se ha filtrado hacia la informalidad laboral y la emigración al norte (...) cuando no a engrosar las filas del crimen organizado.” (Rolando Cordera Campos “Democracia, desigualdad y derechos humanos: el reclamo al Estado” en Rolando Cordera y Carlos Javier Cabrera Adame (coordinadores), Política social. Experiencias internacionales, México, UNAM-Facultad de Economía, 2008, pp. 23-39.
[4] Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), Panorama educativo de México. Indicadores del sistema educativo nacional 2008, Mesa pública de análisis, México D. F., 16 de julio de 2009.
[5] Ricardo Arriaga Campos, Involución de la complejidad lingüística. Análisis de la complejidad lexicosemántica de estudiantes de primaria y  secundaria. Tesis de doctorado, UNAM, 2010.



4 comentarios:

  1. Dr. Arriaga:

    Lo felicito por tan encomiable esfuerzo, es usted un verdadero arquitecto de lo que se conoce como escribir correctamente, es una pena que en México haya tan poco interés por la lectura, la investigación y el conocimiento, aunque también es grave que no se ayude a las personas iletradas a ser parte del conjunto de las que leen y escriben.

    Hay muchos analfabetos funcionales, es decir, con dificultades para comprender un texto, eso implica desinterés quizás por aburrimiento respecto de lerr un libro; a pesar de las campañas encabezadas por artistas para que se lea, parece haber una inquietud por la tecnología y la simplificación que evista usar el cerebro, porque la simplificación orilla a que se evite hacer un esfuerzo que implique leer, saber, conocer, aplicar e incluso enseñar.

    Gracias por ser una persona tan valiosa para la lingüística contemporánea, lo admiro mucho, mis respetos, aprecio que tenga este espacio, ojalá me permita aprender más de usted, será un honor que ello ocurra.

    Bien, lo dejo por el momento, pero seguiré escribiendo y comentando sus interesantes aportaciones en el blog y lo que nos acaba de compartir en su muy interesante conferencia, muchas gracias por todo estos conocimientos.

    Atte.



    Omar Barragán Fernández

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    1. Estimado Omar, caray, qué te digo, son muy estimulantes tus comentarios y coincido plenamente con ellos; particularmente me llama la atención la asociación que haces sobre la relación de la lectura, del conocimiento, con el cerebro, pues --como he estado impartiendo en algunas conferencias sobre la relación entre la evolución de la "cerebración" humana y el lenguaje-- es una traición a nuestra historia y nuestro destino no aprovechar tantos siglos de especialización de las funciones cerebrales. Me llama también la atención que tienes una sintaxis perfecta,créeme que hay poca gente aun en la academia que cuidan así su escritura, te felicito y espero que podamos seguir compartiendo ideas e información.
      Ricardo Arriaga

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    2. Dr. Arriaga:

      No sabe cuánto le agradezco el elogio, el cual considero desde luego inmerecido, sabe, admito que antes de su conferencia en el taller celebrado en la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la UNAM no tenía idea alguna en relación con usted y su labor, pero ahora que tengo una idea a ese respecto, estaré al pendiente de sus tareas para formar una mejor sociedad.

      Nunca termina uno de aprender, en este caso, usted me sorprende con lo que aporta, desearía que me facilitara la presentación en Power Point que mostró en sus conferencia impartida en la FCA de la UNAM, asimismo, desearía saber si es posible contar con su anuencia a participar activamente con usted en el futuro, sería un honor servirle, porque de esa manera aprenderé mucho de lo que usted tiene con herramental lingüístico.

      Gracias por ser como es, tan profesional y preocupado por la sociedad, en verdad lo admiro cada vez más.

      Atentamente



      Omar Barragán Fernández

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  2. Dr. Arriaga:

    Ante todo mil disculpas por la interupción, pero me queé con la inquietud en relación con el proyecto que me comentó, me gustaría mucho apoyarlo, si gusta, puedo ser su ayudante de investigación, remunerado o no, lo importante es colaborar, ojalá me pueda responder este mensaje, porque no he tenido noticias suyas y en verdad me gustaría mucho colaborar con usted.

    Atte.



    Omar Barragán Fernández

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