viernes, 30 de septiembre de 2011

La revolución de los ricos


·      Un libro de Carlos Tello y Jorge Ibarra que es a la vez un documento de trabajo

La revolución de los ricos

Ricardo Arriaga Campos

Con la participación de los académicos Rolando Cordera, Arturo Huerta y Enrique Dussel Peters como comentadores, el director de la Facultad de Economía, Leonardo Lomelí Vanegas, presentó el reciente libro de Carlos Tello Macías y Jorge Ibarra Consejo: La revolución de los ricos. Es un libro dedicado, textualmente, “Para los estudiantes de la Facultad de Economía de la UNAM”; un libro apenas terminado de imprimir hace poco más dos meses, pero que se ha compartido, para su análisis, en versión electrónica; inicia con el epígrafe de una declaración del exitoso inversionista Warren E. Buffett, considerado hoy el cuarto hombre más rico del mundo: “Desde luego que hay una guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, la que la está haciendo y estamos ganando”.

El libro está estructurado en nueve capítulos: Antecedentes: La edad de oro del capitalismo; La doctrina neoliberal: el papel central del pensamiento económico; Posicionamiento del proyecto neoliberal; Cambios en el entramado institucional; Impulso y acotamiento de la docencia y la investigación en economía; Desempeño económico bajo el régimen neoliberal; La redistribución regresiva de la riqueza; La crisis económica y el momento actual; Reflexiones finales. En sus primeras palabras, los autores parten de la afirmación de Keynes respecto a que “Las ideas forman el curso de la historia”, y es –afirman más adelante– el pensamiento neoliberal el que mejor se corresponde con los intereses de los ricos, es ahí donde sus ideas y sus intereses se encuentran y dialécticamente actúan.

Hay que tener presente que las ideas tienen mucha fuerza, son poderosas; el mismo Keynes lo dice en varias partes de su teoría general, en el sentido de cómo los políticos actúan a partir de una serie de ideas de economistas inclusive muertos; en el caso de México, nos lo recuerda María Eugenia Romero en un artículo en Economía UNAM, se fue instalando de tiempo atrás este pensamiento neoliberal, que no cayó del cielo, sino de un esfuerzo sistemático de tiempo completo de algunas personas y fue ganando espacios, comentó Carlos Tello, quien también aludió a una nota de prensa de la semana pasada (La Jornada, 25 de agosto): en los once años que van de 2001 a la fecha se han transferido al extranjero 185 mil millones de dólares, más de tres veces el saldo neto de la deuda externa del sector público; esto asusta, no nos podemos imaginar siquiera imaginar cómo se ven 185 mil millones de dólares, pero asusta más lo que apareció el día siguiente: le preguntaron al subsecretario de Hacienda, Gerardo Rodríguez, qué opinaba, y contestó que la salida de capitales existe porque hay libertad…  Lo que hay que destacar aquí –apuntó Tello– es que en efecto el dinero es de ellos y pueden hacer lo que les venga en gana, la cuestión es si uno acepta esto a pie juntillas y asume que pueden hacer lo que les dé su gana con el dinero que se generó en el país. Estas ideas –continuó– se han ido generalizando, y es muy atractivo sentir que uno es un consumidor soberano y por eso entre otras cosas tales ideas han ganado espacio y cambiarlas no va a ser fácil, nos enfrentamos a una tarea de una magnitud que apenas estamos sospechando, nos enfrentamos a un pensamiento muy generalizado. Y con base en esas ideas no solo se le ha quitado a México y al gobierno el manejo del dinero, sino que se les quiere quitar el manejo de las finanzas públicas, y lo están aceptando casi todos; a eso nos enfrentamos.

Carlos Tello precisó que este libro se encuentra muy lejos de estar acabado, “pero sentimos la necesidad de ponerlo en circulación como proyecto, como documento de trabajo, porque hoy en día se están discutiendo estas cosas en México, ya no digamos en el mundo, y hay que estar conscientes de lo que dicen y cómo se han ido generalizando en el país y en el mundo esas ideas.

Jorge Ibarra Consejo describió el proceso en el que se sumó a la iniciativa original de Carlos Tello para concretar este libro. Dijo que el libro da cuenta de las distintas facetas que ha implicado la instauración de este régimen económico que hemos denominado neoliberal, este proceso que ha cubierto muchas fases que hemos tratado de documentar; una de sus reflexiones más importantes es que los resultados  en materia de desempeño económico han dejado mucho que desear si lo comparamos con la etapa histórica que lo antecedió, la edad de oro del capitalismo, y también tomando como referente los resultados que el mismo modelo pregonó que se iban a obtener a lo largo de todo este tiempo. Al final nos encontramos con un desempeño económico más pobre, una concentración del ingreso y de la riqueza y una configuración más incierta y precaria del mundo laboral.

En relación con el título indicó que puede causar malas interpretaciones, por lo cual al inicio se aclara qué se quiere decir con "la revolución de los ricos": se trató de una actuación concertada desde distintos grupos sociales desde la academia, la empresa, la política, y que condujo a acciones específicas con la participación activa e influyente del sector que más se ha beneficiado: los ricos. Destacó dos cuestiones centrales: en primer lugar que lo que prometió la instauración del régimen neoliberal no se cumplió, específicamente se desmantelaron dos de los poderes compensatorios del Estado como regulador y rector del crecimiento, aprovisionador de bienes y servicios sociales y se desmanteló el poder sindical, pero el otro poder no solo no se desmanteló, sino que se fortaleció, el poder económico de las grandes empresas, es decir que el neoliberalismo a pesar de que así lo ofreció, no fragmentó la propiedad del poder económico, al contrario: condujo a la generación de poderes que hoy en día son muy difíciles de enfrentar en el terreno político.

Ibarra Consejo agregó que, por otro lado, hay que entender que uno de los rasgos desfavorables de este proceso, la reconcentración de la riqueza y el ingreso, no nos preocupa únicamente desde la perspectiva de la equidad distributiva, sino que también es parte fundamental de un patrón de acumulación viciado, donde al reconcentrarse el ingreso y estancarse las remuneraciones de grandes fracciones de la sociedad, la economía ha caminado en función del crecimiento del endeudamiento y de la generación de burbujas en el valor de los activos como sustitución de un patrón de crecimiento anterior, basado en la prosperidad compartida entre distintas fracciones de la sociedad.

Reiteró también el poder fundamental de las ideas, tanto del armazón doctrinario completo del neoliberalismo, que convenció a mucha gente, es decir que no es una imposición, y particularmente el núcleo representado por el pensamiento económico y su ubicación en los planes y programas de estudio en las universidades. Esto nos lleva a preocuparnos por el contenido de lo que se enseña en las universidades y a sentirnos satisfechos por haber preservado en nuestras universidades públicas un enfoque plural en la enseñanza de la economía.

De acuerdo con el análisis de Rolando Cordera, en nueve bien acomodados capítulos que cubren temas fundamentales de la historia presente, Jorge Ibarra y Carlos Tello buscan poner al descubierto las fuerzas motrices de un cambio portentoso en el capitalismo contemporáneo, desmenuzan la historia reciente que arranca en la Segunda Posguerra y la inscriben en una perspectiva mayor  vinculada a la evolución de las ideas y las doctrinas de la economía política.

Los autores –sintetizó Cordera– encuentran en la crisis de los años 70 el elemento precipitador de una mudanza mayor en las ideas y las relaciones de fuerza y poder configurados en los gloriosos años 30, como les llamaron los franceses, pero que emergieron como una lección dolorosa y costosa, destructiva, con las crisis de entreguerras y el ascenso de los totalitarismos que llevarían a la segunda gran conflagración del siglo XX y concluyen con lo que llaman "la revolución de los ricos". Según los autores, a partir de los años 70 comienza a darse un vuelco en la cuestión distributiva a nivel mundial, particularmente en los países más avanzados y en espacial en Estados Unidos, es decir: por un lado el acoso permanente –que también arranca en esos años y se acentúa en los siguientes– contra los derechos y garantías del Estado de bienestar,  y por otro la entronización de la competencia salvaje como virtud pública mayor.

Dijo Cordera que los saldos de esta convulsión "revolucionaria" están hoy a la vista: crisis del empleo a nivel mundial y crecimiento errático en buena parte del mundo emergente, una ensalada que los ganadores de aquellas batallas que llevaron al triunfo del neoliberalismo parecen querer convertir en coctel molotov antes que admitir que el mundo requiere con urgencia traer de vuelta al Estado y no sacrificar ni recortar el régimen de protección social universal erigido. De esta forma, el trabajo de Tello e Ibarra pone sobre la mesa no solamente el anarquismo destructivo de los banqueros, vueltos de la noche a la mañana aviesos conspiradores,  sino que lo que está en el fondo de la crisis y que fue soslayado militantemente por más de 30 años de reconversión cultural y política neoliberal, es una desigualdad rampante que genera tendencias poderosas al subconsumo o la sobreproducción, según se le quiera ver, y que solo podían ser encaradas con una recurrencia desaforada al crédito, como eje maestro de una globalización cuya dinámica y trasfondo estratégico no podía sino llevar a mayor concentración y  mayor empobrecimiento de las masas consumidoras.

De estas y otras observaciones provienen los hallazgos teóricos y políticos de Krugman o Stiglitz, los indignados europeos y los ocupantes de Wall Street, el uno por ciento deja de ser una metáfora para la agitación y conmueve por su capacidad de síntesis a poblaciones y naciones. El progreso científico y técnico  se topa con su otra y ominosa cara: un ajuste impuesto desde el poder y la riqueza, destinado a redistribuir las cargas de una eventual recuperación en contra de quienes primero y más han sufrido los efectos del estallido.

Finalmente, Cordera retomó un cuestionamiento clave del libro: ¿cómo fue que los ricos se impusieron no solo socialmente en el reparto de los frutos del progreso técnico, sino intelectualmente? Y esbozando una respuesta concluyó que "Los ricos planean y se encargan de asegurar el financiamiento de sus planes revolucionarios, forman grupos de conocimiento y acción política, arrinconan a potenciales indisciplinados y se apoderan de mentes y voluntades de quienes son, sin remedio, víctimas irrecuperables de sus designios.

Y cuestionó igualmente que: o el capitalismo mantiene su enorme capacidad transformadora en la producción y la técnica, las ideas y las estructuras sociales o estamos en la frontera, no de una revolución, sino de una abierta regresión civilizatoria. Gracias a libros como el que hoy presentamos –afirmó– podemos asegurar como compromiso indeclinable que es en las ideas y su crítica donde debe encontrarse el camino para por lo menos imaginar que esta corrosiva prehistoria de la revolución de los ricos pueda dejarse atrás y pronto. Resulta harto difícil explicarse un triunfo tan contundente y su enorme capacidad de duración antes, a través y tal vez después de las crisis provocadas en buena medida por las políticas económicas sociales desplegadas en consonancia con el paradigma que resume la mencionada revolución de los ricos.

Para Arturo Huerta se trata de un libro que hace un recorrido histórico de cómo el planteamiento neoliberal ha venido predominando en los últimos 35 años a nivel mundial, de cómo ha habido una preocupación por parte de los ricos, especialmente del sector financiero, para disminuir, achicar la participación del Estado en la actividad económica, que fue crucial para la salida de la crisis del 29, donde se potenció a partir de la Segunda Guerra Mundial la participación del Estado y donde los ricos habían perdido influencia. Hay que recordar –advirtió– cómo  Roosevelt termina con el patrón oro, regula el sistema financiero en favor de lo productivo y en favor de las políticas de pleno empleo, lo cual estuvo presente hasta los 70, cuando a partir de contextos de crisis los ricos empiezan a retomar la hegemonía perdida.

Refirió que los autores ofrecen un análisis de los planteamientos de Friedman, Hayek, Mises y de cómo la perspectiva neoliberal ha venido copando las universidades a nivel mundial, cómo llegaron los defensores del planteamiento neoliberal a ser asesores de presidentes y a instrumentar esta política que actúa en detrimento de los trabajadores, en contra de la propia esfera productiva y privilegia lo financiero.

Destacó que otro elemento importante que estudia el libro es cómo importantes sectores de la izquierda se han subordinado a los planteamientos neoliberales, no solo en Europa, sino también en América Latina y en México. Ejemplificó con la pasada campaña electoral, por más que se decía que había que cambiar el modelo, no se dijo "no" a la autonomía del banco central (que de ser un organismo público descentralizado se convirtió en una entidad autónoma), a la disciplina fiscal, a los tratados de libre comercio o a las políticas neoliberales aplicadas en el país, políticas de desmantelamiento de la regulación, de reducción del déficit fiscal, causantes de que México hoy en día esté más subdesarrollado de lo que estaba antes de estas políticas.

Señaló que lo que estamos viendo es que un país que no controla la moneda, no tiene política económica alguna, ni fiscal ni monetaria ni cambiaria para satisfacer las demandas del 99 por ciento de la población; en esta revolución de los ricos o en este retroceso histórico, para los ricos era muy importante quitarle el monopolio del dinero al Estado, para achicarlo, para disminuir su tamaño y así la cúpula empresarial apropiarse de los sectores estratégicos, situación que se está dando en México, en América Latina y en los países europeos.

Más en detalle, Huerta subrayó que todo mundo habla de reformas estructurales, pero no de que estas implican procesos de privatización que están aumentando el poder de los ricos a nivel mundial. La médula del poder de los ricos es haberle quitado a los gobiernos el control de la moneda para ellos valorizar su capital. La política económica actual actúa en favor del capital financiero. Y hay que recordar –acotó– que si se salió de la Gran Depresión, la crisis del 29, fue justo porque se tuvo que romper con las políticas predominantes que seguían profundizando la crisis, misma situación que se está dando hoy en día a nivel mundial: seguimos con el predominio de las políticas que han configurado estas crisis recurrentes y cada vez más profundas; sin embargo, el capital es tan poderoso que no hay gobierno alguno que lo regule. Y en ese escenario, añadió que el libro acentúa cómo la izquierda ha fracasado ante la ofensiva neoliberal.

Por otro lado, los tomadores de decisiones jamás van a reconocer que la crisis es resultado de las políticas predominantes; hablan de que fue una falla de ingeniería económica, pero no aceptan que es el predominio del mercado es el que ha generado estas condiciones de crisis. Más aún y de acuerdo con Paul Krugman, no hay debate a nivel mundial sobre el origen de la crisis, porque no se quiere llegar a evidenciar el causante de las políticas económicas predominantes.

Por último, planteó que solamente se va a dar el cambio a partir de una crisis más profunda, porque la Gran Depresión llevó a la gente a la calle tanto a protestar como a delinquir. Desgraciadamente la historia nos ha dado esa lección, el cambio de relación de fuerzas solo se va a dar a través de la lucha de clases.

En su participación, Enrique Dussel Peters consideró que es un tema fascinante, polémico, provocador y que va muy en contracorriente de muchos de los temas, incluso desde la ortodoxia, en los que estamos inmersos; es decir que conocemos de infinidad de documentos, libros, sobre la creciente inequidad, polarización en la distribución del ingreso, en términos productivos, etcétera, pero lo que en el libro se propone con toda seriedad es analizar cómo es que los ricos impusieron en las distintas sociedades la modalidad del mercado y elevaron a un primer plano la muy discutida idea de que la búsqueda del interés individual, al sumarse, resulta en una mejora del conjunto de la sociedad.

Todos conocemos el largo muro de lamentaciones de lo que no funciona en el sector público, pero tampoco en el sector privado, pero en ese sentido del libro sobresale –afirmó– el cuestionamiento de cómo es que los ricos lograron convencer a las muy diversas sociedades de que un sistema que se basa casi absolutamente en la propiedad privada y la iniciativa individual, proporcionaría la única protección contra el poder arbitrario y sin control ejercido por parte del Estado. Los autores evalúan igualmente otro grupo de interrogantes, que, por cierto, no las hace el marxismo, sino Carlos Slim o Warren Buffett, en cuanto que las cosas, como están fiscal, política, económicamente no funcionan; ellos dicen algo así como "si yo pago menos impuestos, y soy por cierto el que más impuestos paga, las finanzas no van a funcionar en este país". Así, el libro de Carlos y Jorge es una polémica invitación a pensar qué es lo que sucede con "los de arriba", si existe algo así como una estrategia social, política, económica y hasta militar de ese uno por ciento o no, si es explícita o no.

Asimismo, con base en el documento, propuso retomar algunos aspectos que llaman para una reflexión adicional: un debate conceptual sobre el quehacer político y la política económica respecto del pensamiento neoliberal, neoclásico, liberal, es decir que predomina en la visión de muchos una confusión de quiénes son los abanderados del neoliberalismo y quiénes están contra él; el concepto de la edad de oro del Estado de bienestar ¿es suficiente en 2012 o se requiere de otros elementos?; otro elemento que propone el libro es una reflexión sobre cómo este pensamiento neoclásico, neoliberal, permea en México, en el quehacer no solo de la política económica estrictamente, sino en un proceso de lento goteo de ideas desde los años 50 y los 60 y después a chorros y cubetazos en torno a planteamientos de eficiencia, de competitividad, de una generalizada visión de que mientras menos Estado mejor, es decir, cómo se generó ese consenso, cómo es que los ricos se impusieron, cómo es que lograron convencer, cómo es que lograron anidar el "encanto del pensamiento neoliberal” en las escuelas y universidades, cuál fue la estrategia de ese uno por ciento, a la par del fracaso de planteamientos alternativos.

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